Patrimonio y Rutas Geográficas

"Sólo conservamos lo que amamos, sólo amamos lo que comprendemos y sólo comprendemos lo que alguna vez nos han enseñado".
Baba Dioum, ecólogo africano.

Patrimonio. Del latín patrimonium , originariamente no es otra cosa que el “ bien que una persona adquiere por herencia de sus ascendientes”. Interesa señalar que ya tanto en su propio significado latino como griego hace referencia a lo que procede de la familia, de los padres, y por ende a lo que se hereda, que proviene del pasado y es un producto del mismo; y esta acepción implícitamente original como producto del pasado es primordial en el concepto de patrimonio territorial, considerándose como un conjunto o sistema de bienes y recursos que se gestan históricamente y se recibe en herencia como un legado o bagaje que se transmite de unas generaciones a otras y que como tal debemos conservar, con la finalidad de que futuras generaciones puedan disfrutarlo.
El patrimonio equivale a herencia y cada comunidad decide en cada momento la herencia que deje para el futuro, y por ello, nunca podemos separar el Patrimonio de las comunidades a las que va ligado. El paisaje, un bosque, una construcción, una tradición...es patrimonio siempre que una comunidad los acepte como tal y lo quiera dejar como herencia.

Torre de Cobejo
El patrimonio no son solo elementos tangibles, sino también los intangibles, lo artístico, lo popular, la historia e incluso las leyendas. Por ejemplo, no es lo mismo ver las ruinas de la torre de Cobejo, que ver esa misma torre y que te expliquen su historia, en que año aparece citada, saber que allí se pagaba portazgo ...en definitiva, su historia.
 Así pues, el concepto de patrimonio incluye más elementos de los que legalmente le están reconocidos. Se deben incluir, necesariamente, variables cargadas de significación identitaria como las tradiciones, las costumbres, las formas de vida, el paisaje, el lenguaje, la artesanía o la gastronomía, ampliando por lo tanto el concepto más allá de lo puramente material. La interpretación se desarrolla tanto en referencia a los elementos culturales como al propio entorno, en un contexto que implica al mayor número de objetos y conceptos para llegar a la comprensión de la realidad en toda su complejidad.
Valles Pasiegos. Con el cuévano a cuestas.

Cualquier patrimonio es portador de varios significados y valores entre los que tienen cabida los simbólicos (religiosos, ideológicos y políticos, entre otros) así como los materiales o económicos, los documentales e históricos, o los estéticos. Así pues, en los últimos años se ha modificado el concepto hacia un sentido más amplio e integrador, superando el objeto, el monumento aislado, hacia el entorno monumental o el territorio.
Separar hoy espacio natural-patrimonio natural de espacio cultural-patrimonio cultural es complejo, porque en la realidad, procesos y hechos naturales y sociales son interdependientes e interactivos.
De ahí que desde la Geografía no solo se deba reivindicar este concepto de patrimonio territorial sino incluso su creación como fórmula que contemple la legislación.

La Constitución Española de 1978 habla de “garantizar el patrimonio”, también habla de ello el articulo 24 del estatuto de Autonomía de Cantabria, la Ley de Patrimonio Cultural de Cantabria de 1998, ... El patrimonio histórico-artístico está regulado en España por la Ley 16/1985 de 25 de junio, e integra todos los bienes de interés artístico, histórico, arqueológico, documental, bibliográfico, etnográfico e incluso técnico. Resulta muy completo por la cantidad de elementos que abarca, aunque carece de la visión integradora y de conjunto que tiene el concepto de patrimonio territorial,  que es un concepto mucho más amplio y de naturaleza diferente.
Palacio de los Acebedo, Hoznayo
Como vemos, hay normativa suficiente para la gestión y la protección del patrimonio, pero el gran problema es que haya capacidad y voluntad de hacerlo cumplir.

El patrimonio territorial se destruye por guerras, catástrofes, el paso del tiempo, el abandono por la despoblación rural....etc, pero el mayor destructor del patrimonio es el ser humano, sin necesidad de tirar bombas. Por ejemplo, las desamortizaciones del siglo XIX, o los saqueos que se realizaron con las conquistas coloniales europeas, o más recientemente, las construcciones masivas a raíz del boom turístico. Los principios del desarrollo sostenible son compatibles con la conservación del patrimonio territorial.
Se necesita:
- educación y concienciación.
- voces críticas que aporten luz para una mejor gestión del Patrimonio.

En las Administraciones Locales,  muchas veces, por falta de formación se realizan actuaciones erróneas; otras veces porque se mira el beneficio político y económico inmediato.


Atalaya Ballenera. Cerca de la Punta de Miradorio,
esta pequeña torre muestra el importante
pasado pesquero de Comillas;
no es tanto un elemento patrimonial por sus características
arquitectónicas, sino por sus valores intangibles,
lo que nos cuenta de los modos de vida tradicionales.

¿Qué se necesita para la protección del Patrimonio?

Por un lado, es necesario identificar, estudiar, registrar y catalogar los elementos que conforman el patrimonio territorial de un determinado espacio.
Por otro lado, ha de existir una normativa protectora (que como hemos visto, en Cantabria existe), y que la Administración tutele esa protección (cosa que no suele cumplirse). También deben desarrollarse actuaciones preventivas destinadas a proteger ese patrimonio.
Pero hay situaciones en las que el patrimonio se encuentra deteriorado gravemente, y es entonces cuando se hace necesario que la Administración Pública adquiera el patrimonio en riesgo, o una formula parecida (por ejemplo, fomentando el mecenazgo).
Por último, pero con una gran importancia, se ha de fomentar la puesta en uso social sostenible de ese patrimonio protegido.
Santillana del Mar, un ejemplo muy importante
 de un patrimonio que se conserva
y a la vez genera riqueza

La cultura es fuente de riquezas, de empleo estable, y por ello el turismo cultural juega un papel muy importante en todo este proceso, pero no menos importante es el papel que ha de jugar la población del lugar.



El Patrimonio Territorial: la evolución del concepto.

Entender el territorio como patrimonio es una idea que se ha desarrollado últimamente a la luz de dos aspectos; por un lado, la evolución en el propio concepto de patrimonio, elemento clave en nuestra cultura occidental moderna, y por otro lado, la constante reelaboración del concepto de territorio.

Aquí estamos poniendo de manifiesto un término fundamental a la hora de hablar del patrimonio territorial: lo que los anglosajones definen como heritage (herencia, legado), y que guarda directa relación con el concepto de desarrollo sostenible o sostenibilidad.

David Pepper, profesor de Geografía en la Universidad Oxford Brookes, señala que la raíz de esta cultura de conservar el patrimonio territorial para las generaciones futuras sin poner en riesgo el desarrollo de las presentes, lo encontramos en la sociedad ilustrada y en  su inmediato producto: el romanticismo. 
Estampas de otra época. Rioturbio.

El concepto de patrimonio ha variado sustancialmente desde estos primeros pasos de la cultura del patrimonio en el siglo XIX hasta hoy. De tratar de conservar de forma aislada lo que resultaba estéticamente bonito, como una obra de arte singular o algún paraje natural, se pasa a tener una visión más amplia, y toma importancia el conjunto donde se asienta cada elemento, pasando de una cultura esteticista a una cultura histórica, adquiriendo un valor extraordinario la llamada "arquitectura menor", la construcción del espacio por parte de los anónimos productores locales, ya que ésta le da al elemento una parte indispensable de su valor, y con la que se identifica profundamente.
También se ha evolucionado a la hora de integrar lo natural con lo humano; de diferenciar un patrimonio natural y un patrimonio histórico, se ha pasado a considerar un patrimonio territorial, donde todos los elementos forman parte del mismo todo.
Hórreo en Bores. Peña Prieta asomando al fondo.

El patrimonio territorial es indivisible . No es posible pensar en preservar algunas reservas naturales (los parques) y de historia (monumentos, centros históricos) y admitir en otras partes cualquier transformación destructiva.
Se debe asumir una definición de patrimonio más extensa, que incluya las características físicas, arquitectónicas y etnográficas de los lugares, con sus caracteres y valores ambientales, paisajísticos, urbanos, con sus saberes, culturas, artes, ...un espacio  que vive entre pasado y futuro. La valorización del patrimonio es posible en el encuentro entre las energías del futuro y la memoria y la reserva de los lugares.

Esta nueva concepción del  patrimonio es necesaria para construir una conciencia de los propios valores de identidad, de los potenciales de producción de riqueza durable y para estimular proyectos, planes y políticas con la finalidad de generar una nueva economía social, basada en la valorización colectiva del propio patrimonio.

El concepto de Territorio. En nuestra cultura occidental, tradicionalmente, el territorio se identificaba con la naturaleza (percepción naturalista o ambiental), y también se identificaba el territorio como una superficie medible sobre la que desarrollar las actividades de la sociedad que lo habitaba.

Sin embargo, en los últimos 50 años, se superan estas acepciones ambientalistas y geométricas y se sustituyen por otras de carácter social, y surge por la aportación de autores italianos y franceses, sobre todo H. Lefebvre; es un gran paso y supone considerar el territorio como un elemento no dado, sino construido, producto de la sociedad, lo que introduce un componente de historicidad. El territorio es un espacio que incorpora la dimensión física (el patrimonio natural asociado a las transformaciones provocadas por los actores sociales), la dimensión simbólica (las relaciones sociales y culturales entre los actores) y la dimensión socio-política (relaciones de poder). Esas dimensiones proporcionan la diferenciación entre territorios, dándoles sus especificidades, obteniendo como resultado procesos distintos y particulares de desarrollo. Corresponde a una construcción social e institucional, que incorpora sus aspectos formales e informales. El territorio es una manifestación de la sociedad que lo construye, y es por ello una fuente histórica sobre las sociedades del pasado; representa un espejo sobre las relaciones sociedad-naturaleza, y es un elemento de la identidad social.
Liébana
Algunas propuestas, de base ecologista, pretendían crear “islas”, es decir, espacios que habrían de quedar al margen de cualquier actuación sobre ellos, en base a  un elevado valor histórico o natural, mientras que otras propuestas defendían recuperar una visión cultural global, que sustituyera a la visión técnica y matemática concebida con la idea de progreso y modernidad desde la revolución industrial.

El territorio es el soporte sobre el que se estratifican todas las intervenciones ocurridas a lo largo de la historia. Esta concepción del territorio lo convierte en una especie de palimpsesto, donde podemos identificar huellas de sociedades anteriores a la presente.

Por tanto, esta nueva acepción del territorio como algo construido a base de superposiciones, incorporando materiales reutilizados, y donde algunos elementos ven reconvertidas sus funciones, como por ejemplo los núcleos de población y gran parte del sistema de comunicaciones, nos permiten contemplar al territorio como patrimonio, como legado, como herencia; su patente historicidad, permite verlo como un producto histórico, y en definitiva, como un bien cultural heredado; el concepto de patrimonio territorial permite integrar como construcción histórica, los elementos naturales y los componentes artificiales que conforman ese patrimonio.
Praderías costeras

Lo rural y lo urbano. Mientras el medio rural ha permanecido como un espacio olvidado por las áreas urbanas, su conservación ha sido fácil, pero el cambio que se ha producido muy especialmente en el siglo XX, ha hecho que la situación cambie radicalmente; el progreso, la proliferación de las comunicaciones, la globalización... todo esto ha hecho que las diferencias entre la ciudad y el campo se reduzcan, que las áreas rurales entren de pleno en el sistema económico capitalista, donde lo que  importa es la producción y la rentabilidad, modificándose el uso de determinados espacios según las nuevas demandas de origen industrial o urbano, y los problemas que ello genera son importantísimos, cuando quizás habría que pensar que las vacas no pueden considerarse como si fueran objetos de una cadena de producción, los litros de leche no pueden considerarse como refrescos con gas, las extensiones de praderías no son solares urbanos donde construir, los caseríos no son apartamentos...en definitiva, no pueden despreciarse las peculiaridades de cada lugar. Volvemos aquí a hacer referencia al concepto de sostenibilidad, conjugar el progreso con el respeto a nuestro  patrimonio, a nuestra herencia., y para ello, es necesario conocer la biografía, el curriculum de cada territorio.


La interpretación del territorio. Un concepto importante en el campo del patrimonio territorial es el de interpretación, que no es otra cosa que el arte de explicar el significado y el sentido de un lugar que se puede visitar, es decir, un método de presentación, comunicación y explotación coherente del patrimonio. Se encuentran presentes en ella cuatro finalidades: social, cultural, educativa y turística, y el objetivo de provocar en la comunidad su reconocimiento y uso social.

Cargada de contenidos que arraigan en la identidad y el territorio, la interpretación se encuentra al servicio de los intereses sociales, económicos y culturales de la comunidad y le ofrece tres beneficios: ilustrar (enriquecer el conocimiento del pasado histórico de la comunidad a la cual pertenece), proteger (valorar el patrimonio y despertar la necesidad de su conservación para la posteridad) y capitalizar (preservar un recurso económico para la sociedad, crear una fuente de ingresos y un entorno económico favorable para la comunidad). El territorio es como un gran museo, tanto si tiene elementos claramente identificables como si ofrece la lectura de un patrimonio intangible, con una clara ventaja frente a los museos convencionales, ya  que el territorio dispone los objetos patrimoniales dentro de su espacio original.
Puente de Treto

Podemos afirmar, pues, que la interpretación permite la conservación íntegra y la mejora de los elementos patrimoniales, naturales y culturales, en el marco de una economía sostenible; supone la difusión pública y educativa de los valores de este patrimonio mediante su utilización social, y contempla la armonización de los usos científicos, culturales y económicos.

La interpretación hace que adquiera valor no sólo los elementos del espacio en si mismos, sino su historia, su función, su significado...lo que nos recuerda que el patrimonio son los elementos tangibles, pero también los intangibles.
Cine Campíos de Comillas. La proyección de películas terminó hace más de 25 años; se convirtió en discoteca y actualmente alberga un supermercado; se trataba de un lugar emblemático entre la población, y su valor sentimental era tan fuerte que ninguna remodelación retiró las letras de la fachada.

Los elementos del territorio. El territorio, tal y como hoy aparece ante nosotros, es el resultado de un largo proceso de construcción histórica, en que las distintas sociedades y tiempos han ido dejando su impronta. La consideración de diversas tipologías de elementos, nos facilita el estudio de la compleja realidad de los hitos territoriales históricos. Sobre un soporte físico, las distintas sociedades crearon estructuras: faros, puentes, caminos, lonjas, ermitas, aldeas, hospitales, caseríos, lavaderos, fuertes militares, terrazgos y praderías, molinos, ..etc.
Pozo Peña Montero (Minas de Udías)

Los elementos construidos por el ser humano permiten la explotación del territorio en un lento y continuado proceso cuyas huellas permanecen en muchos casos legibles en nuestro paisaje. Los procesos actuales de transformación radical del territorio amenazan gravemente el registro de los elementos territoriales, que constituyen una parte importantísima de nuestro patrimonio territorial.
Lavadero (Rubárcena)

Es importante señalar que el estudio de la toponimia es una herramienta fundamental para comprender los procesos de apropiación humana de un territorio, ya que nos da muchas pistas; el topónimo siempre se ha a considerar en relación con su ubicación espacial, poniendo el mayor interés en determinar del modo más exacto posible el lugar físico asignable a cada topónimo, eliminando las generalizaciones tan habituales en los mapas, incluso de los de más detallada escala.

José Ramón Menéndez de Luarca señala dos redes fundamentales que nos permiten interpretar el territorio: la de comunicaciones y la de límite. La red de caminos facilitaría el movimiento, con sus hitos o marcas para orientarse; esta red de caminos vendría complementada con la red de límites, que establece la extensión dominada por cada grupo social , y que trata de controlar esos movimientos, y en último caso, impedirlos. Ambas redes presentan una organización jerárquica: podemos distinguir entre vías pecuarias, pistas forestales, carreteras locales, autonómicas, ..., mientras que en los límites, podemos distinguir los de las fincas, los concejos, los municipios, las provincias, ...
Calzada Romana (Mediaconcha)

Los caminos son elementos de muy acusada permanencia. Una vez abierto el camino este se convierte en componente fundamental de articulación y aún después de finalizada la necesidad que en su momento provocó su apertura, perdido incluso su uso, continúa su presencia como huella sobre el territorio.

Aspecto fundamental se revela la consideración de los “lugares” de los caminos convertidos en importante referencia que el ser humano usa para identificar y reconocer el territorio; son estos los cruces y bifurcaciones, a menudo poseedores de un topónimo característico; los collados y puertos, puntos de encuentro de la red de caminos con la topografía natural y los puntos de cruce con las corrientes fluviales.
Puente Medieval (Aniezo)

De modo similar la consideración de la red de límites posibilita la percepción de su importancia como elemento constructor del territorio, segundo escalón de estructuración, ligada con el establecimiento de centros de poder y la constitución de comunidades homogéneas.
Mojón de límite provincial
Hitos y mojones de piedra materializan sobre el terreno los límites jurisdiccionales, en ocasiones apoyándose en elementos naturales preexistentes, en otras sin apoyo físico, en medio de prados o al borde de los caminos.


Estos elementos suelen mantener su significado con el paso del tiempo, pero puede ocurrir que cambien su función;  por ejemplo, podía ocurrir en la Edad Media, que las calzadas romanas, originariamente elementos de la red de comunicaciones, se convirtieran en límites jurisdiccionales.



Los Riconchos
Los edificios religiosos son elementos fundamentales en la organización del territorio, testimonio de procesos e iniciativas que articularon el espacio del ser humano en las comunidades antiguas. Por ejemplo, la ubicación de los humilladeros nunca es casual y obedece a un profundo conocimiento del territorio, apareciendo a menudo ligados a caminos y puntos singulares del recorrido.


Los usos ganaderos históricos han dejado dos huellas fundamentales sobre el territorio. La primera esta constituida por la amplia red de vías pecuarias, caminos y  callejas; la segunda son los espacios usados para pasto del ganado, es decir, las praderías de diente o de siega (conocidos coloquialmente como "praos").
Guriezo

Ligados a los asentamientos y barrios, los terrazgos son espacios creados para el aprovechamiento agrícola; en la mayoría de los casos eran la garantía de la supervivencia económica de las familias y por lo tanto los espacios más valiosos y mas cuidados.




Cada etapa histórica adapta la herencia, el patrimonio, y añade nuevos elementos hasta configurar una imagen territorial de gran complejidad.
Pero con la irrupción del capitalismo todo esto sufre un cambio radical: se homogeniza el espacio y el tiempo, cada punto en el espacio sería equivalente a cualquier otro, su única identificación sería sus coordenadas, con lo que no se tiene en cuenta ni las peculiaridades de cada lugar ni la tradición histórica; además, la idea de progreso se asocia con permanente renovación, desvalorizando lo precedente.

Esta idea matemática del progreso ha provocado una deshumanización, una pérdida de sensibilidad cultural de las personas encargadas de actuar sobre el territorio, borrando las huellas de las redes primitivas de caminos y límites, y construyendo nuevos hitos sobre el espacio, dando como resultado (involuntario) un nuevo lenguaje territorial, pero que no son mas que estridencias.


El territorio como recurso cultural y económico.

Un recurso cultural puede definirse como un bien de orden cultural susceptible de uso directo o indirecto. Es evidente si hablamos por ejemplo de edificios relevantes desde el punto de vista artístico, histórico, social...que son objeto de atención social, sean explotados de forma comercial o no.

También se han consolidado los espacios naturales mas sobresalientes como áreas u objetos de interés social (tengan o no una explotación comercial) respaldados por esa cultura de la Naturaleza tan arraigada en nuestra sociedad.
Bahía de Santander
Pero en aquellos lugares con una menor evidencia de elementos sobresalientes, su valoración como recurso queda a expensas de la sensibilidad de la propia sociedad, y a expensas también de la capacidad de intervención de los agentes públicos y privados, a sus habilidades para "vender" el producto, a sus dotes como publicistas, porque para que un territorio sea reconocido como un espacio cultural, no depende sólo de su valor intrínseco, ni de su reconocimiento objetivo experto, sino principalmente de su aceptación social.

El mundo rural adquiere nuevo protagonismo en este proceso de valorización del patrimonio territorial: los nuevos agricultores no producen solamente mercaderías para ser comerciadas, sino también, bienes y servicios públicos, muy valorados por los visitantes, para el cuidado del ambiente, del paisaje, de la calidad urbana.

Castillo de Argüeso
Tradicionalmente considerado un elemento de estudio historico-científico, el patrimonio territorial ha derivado en los últimos tiempos en testimonio y elemento identitario. Esta revalorización considera de una parte, que el patrimonio (los bienes materiales y inmateriales que configuran nuestro pasado) debe ser conservado para las futuras generaciones; pero por otra lo presenta como un producto que se ve sometido a la dinámica propia de los nuevos hábitos de consumo, de ocio y de entretenimiento. La promoción del turismo cultural y ecológico, de una parte, y los nuevos hábitos vinculados con el tiempo libre, por otra, son los responsables de que el patrimonio esté desarrollando su vertiente social de manera significativa y sea objeto de un mayor interés por parte del público, que demanda actividades variadas y de calidad.

Pero dar a conocer un territorio no es puramente la entrega de información, sino una explicación de esta información basada en la personalidad y la experiencia de los visitantes, con el objetivo de provocar la curiosidad, el diálogo y la interacción entre ellos y el patrimonio. Se trata, en definitiva, de ofrecer al visitante tanto un significado (información) como una vivencia (sentimientos y sensaciones): ver, explorar, situar, observar, analizar, comprender, sentir, vivir y revivir el patrimonio.

Campoo de Yuso

En base a una presentación amena e interesante (que ofrece un significado y a la vez plantea varios interrogantes a ser resueltos durante la visita) se desarrollan toda una serie de propuestas orientadas a garantizar la calidad de la experiencia. El visitante no es, por tanto, un sujeto pasivo sino participativo, generador de respuestas, estimulado intelectualmente y abierto a la experiencia con todos los sentidos.

Torre de San Telmo
El territorio es un ejemplo claro de capital fijo: edificios, red de comunicaciones, cercados etc. etc...a lo que hay que añadir un componente intangible que es el valor añadido cultural, ya sea histórico, estético o medioambiental, y que depende en gran medida de su grado de conservación.

En la medida en que se trata de un recurso (cultural) escaso y no renovable, tiene un valor económico, y eso fortalece su valoración social, en la medida en que la demanda social, de carácter cultural, asegura la posibilidad de una explotación económica rentable, que a su vez permite una preservación del territorio, lo que nos recuerda el concepto de sostenibilidad. Lo distintivo y único como fuente de riqueza frente a la homogenización que supone la globalización.

Minas de Ándara
A las tradicionales formas de turismo pasivo asociado a actividades de recreo orientadas a la contemplación de la naturaleza y del patrimonio histórico-artístico, surge la posibilidad de realizar un turismo activo; nos referimos aquí a las rutas guiadas por el territorio, que constituyen actualmente uno de los principales instrumentos para valorizar el patrimonio territorial en el marco local. La realización de itinerarios temáticos (especialmente rutas en coches o autobuses, y rutas a pie en espacios más pequeños), que hilvanan bajo un lema específico los rasgos con potencial interpretativo existentes en el espacio geográfico, se ha convertido en una actividad que está contribuyendo al desarrollo de muchas comunidades, a partir de la puesta en valor de sus recursos endógenos y la aplicación del conocimiento acumulado. No es habitual sin embargo que esas rutas guiadas sean en bicicleta, y es aquí donde reivindicamos la importancia que pueden tener los recorridos geográficos en bici como forma óptima de conocer un territorio. 

El patrimonio es un bien potencialmente productivo; únicamente necesita una gestión adecuada que lo acerque a la sociedad, de por sí interesada por el producto, ya que en muchas ocasiones carece de una adecuada presentación. Posiblemente la única opción que permitirá la conservación y protección de buena parte de nuestro patrimonio pasa por la rentabilidad económica que, guste o no, prima a menudo sobre la rentabilidad social. Tan sólo buscando un equilibrio sostenible entre rendimiento económico, uso colectivo y defensa de los bienes culturales podremos preservar un patrimonio tan amplio como frágil.


Los recorridos geográficos como actividad para fomentar el desarrollo sostenible de un medio rural.

Si hemos hablado de la posibilidad y la necesidad de considerar el patrimonio territorial como un recurso económico que permita un desarrollo sostenible, los recorridos geográficos por ese territorio son un elemento que cada vez tiene más éxito entre una demanda urbana que busca nuevas experiencias, un modo alternativo de ocio.

Sin embargo, para reforzar la idea de las excursiones como uno de los activadores del desarrollo integrado del medio rural, es importante enfatizar su vertiente temática frente a las rutas exclusivamente paisajísticas o deportivas.

Villacantid


Por ejemplo, si hacemos una ruta por el Monte Corona, no se trata de ver solamente las áreas de robledal, las de sequoias, o las de eucalipto, y marcharse a casa, sino que convendría visitar también, las campas junto a las ermitas, conocer su importancia como lugar de reunión de la población en romerías, ver los modos de vida de los habitantes de los pueblos localizados en pleno monte, como conseguían madera, la funcionalidad de sus viviendas, la importancia de los lavaderos públicos, ...

Los itinerarios temáticos se basan en la promoción del patrimonio endógeno, por medio del rescate de viejas rutas o del desarrollo de modernos recorridos. Buenos ejemplos de esto son el Camino de Santiago o el Camino Lebaniego. Recuperan elementos del viaje romántico, entre los que pueden destacarse: interés por conocer y aprender, deleite con los elementos y hechos locales, relación con la población autóctona, evocación de modos de vida que pertenecen al pasado, etc. Suponen una auténtica experiencia personal, activada desde el plano recreacional. Poseen una evidente dimensión educativa y sensibilizadora, por lo que su lema es “conocer para valorar”.

Tupiq Travel (Torrelavega). Agencia especializada
en turismo y patrimonio.
Actualmente, la población urbana tiene una mayor sensibilidad hacia los valores medioambientales y culturales. Y asimismo cambian los intereses del promotor turístico, que necesita ampliar y diversificar su actividad, puesto que debe responder a esas nuevas demandas. Surgen entonces modernos centros de atención, entre los que podemos reconocer la naturaleza y la cultura, el patrimonio con mayúsculas.


El turismo cultural es aquél que profundiza en los identificadores geográficos, socioeconómicos y culturales de los ámbitos en los que se pone en práctica, en oposición a la difusión de actividades que se basan en el desarrollo de productos estandarizados. En este sentido, las rutas temáticas deben cumplir unas premisas básicas, y han de tratar de conseguir unos objetivos.

Sepulturero en la Catedral.
Escena de REVIVE SANTANDER, fantástica iniciativa de
CARIA Turismo y Arqueología
Las premisas básicas que han de cumplir las rutas, han de ser, por un lado, de calidad, que nos ayuden a comprender aquello que percibimos, es decir, no quedarnos en la simple contemplación, por muy bella que sea, sino profundizar en su conocimiento, saber el porque de las cosas que vemos, saber su origen, su génesis, su función.
También han de ser respetuosas con el entorno; la sostenibilidad está siempre presente cuando hablamos de patrimonio territorial, y el diseño de las rutas no puede quedar al margen. Es otro de los motivos por los que consideramos la bicicleta el medio adecuado.

Por lo que se refiere a los objetivos que han de conseguir estas actividades, deberían contribuir a que el turismo basado en el patrimonio territorial se convierta en una actividad que genere valor económico (instrumento para el desarrollo local), tanto para las personas que la impulsan, como para los espacios en los que se desarrolla.
Han de favorecer la valorización del patrimonio territorial a partir del rescate, preservación y promoción de una gran cantidad de elementos de la naturaleza y cultura del municipio.
También debería conseguirse un efecto sensibilizador, y promover que la población local y foránea se acerque al medio con una nueva óptica o talante, que le permita entender y disfrutar de su patrimonio natural y cultural, como mejor medio de su conseguir su efectiva conservación, promoción y difusión.
Polaciones

La principal repercusión de la generalización de estas actividades recreacionales en el medio rural es la contribución a su desarrollo integrado, en cuanto los visitantes reciben servicios y consumen productos locales. Supone un revulsivo o “nueva ilusión” para zonas que presentan un importante grado de decaimiento sociodemográfico y económico. Puede llegar a estimular modernas dinámicas de desarrollo, aunque siempre en el marco de una estrategia coherente, que contemple las potencialidades reales, valore las singularidades y recursos endógenos, e integre de manera armónica las nuevas actividades.
Pero esto debe hacerse con mucho cuidado, y respondiendo a una estrategia bien estudiada. No se puede caer en el error de la masificación, que supondría mermar el patrimonio de estas comunidades, ni destruir las peculiaridades de este espacio, que acabarían con su identidad cultural.

Hay que señalar de nuevo la importancia que tiene el hecho de que cualquier  proyecto esté enunciado y gestionado por la comunidad local. Ese proceso puede ayudar, incluso, a la recuperación y preservación de sus recursos patrimoniales y sus valores socioculturales. En ese contexto, las rutas en bici por el territorio para conocer su patrimonio se presentan como una de las actividades más interesantes y con mayor repercusión en el entorno rural.


CONCLUSIONES

El patrimonio territorial de un territorio o de una comunidad se compone de muchos elementos, rasgos materiales o inmateriales: la lengua, las diferentes formas de arte, el paisaje, las tradiciones y el folklore, la biodiversidad vegetal o animal,  los productos alimenticios y artesanales... Esta herencia contiene, custodia y transmite a las generaciones futuras la identidad del grupo social perteneciente al territorio. Es un conjunto subjetivo y mutable, es el pasado del territorio que, reelaborado en el presente por sus habitantes, es trasladado al futuro en un proceso que genera en ellos identidad y unidad.

Sejos
La complejidad de los fenómenos de transformación territoriales actuales, que en el caso de Cantabria están produciendo un profundo cambio en el uso del espacio rural y una acelerada urbanización de toda la franja costera de la región, ha puesto en peligro el equilibrio históricamente conseguido entre el ser humano y el territorio, y hace necesario un enfoque que haga énfasis en el concepto de sostenibilidad.



La ignorancia de estas estructuras territoriales heredadas ha sido una de las causas del alarmante empobrecimiento de nuestro entorno territorial, consecuencia de la  incapacidad de la sociedad contemporánea para actuar sobre el espacio rural a partir de bases culturales sólidas. Sólo conociendo en profundidad la naturaleza de los procesos  históricos de construcción del territorio, seremos capaces de comprender la naturaleza del espacio sobre el que los profesionales de la ordenación del territorio deben intervenir, proponiendo actuaciones inteligentes y políticas positivas que supongan un enriquecimiento social.

Por ello, las rutas en bici por el territorio son un elemento de acercamiento a la realidad territorial, a su conocimiento, no sólo desde el punto de vista estético, sino a su interpretación, a saber y conocer lo que no vemos, a conseguir descifrar con las huellas actuales los procesos pasados.


Por todo esto, repetimos aquí la primera frase del trabajo del ecólogo africano Baba Dioum: "Sólo conservamos lo que amamos, sólo amamos lo que comprendemos y sólo comprendemos lo que alguna vez nos han enseñado".

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FUENTES:

- Ortega Valcárcel, J.: Áres de Montaña: De la supervivencia a la integración. Boletín de la A.G.E. Número 38. (2004) pp.5-28
- Ortega Valcárcel, J.: La Transición Rural en España. El campo en la sociedad urbanizada, en El Futuro de los Espacios Rurales - The future of Rural Areas. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria. Santander. (2004). pp.89-114.
- Ortega Valcárcel, J.: El Patrimonio Territorial: el territorio como recurso cultural y económico, en Ciudades, 4. Revista del Instituto de Urbanística de la Universidad de Valladolid. (1998). pp.33-48.
- Ruiz de la Riva, E.: Casa y Aldea en Cantabria: Un estudio sobre la arquitectura del territorio en los valles del Saja - Nansa. Ediciones de Libreria Estudio. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria. Santander. (1991).